Este es el paisaje de parte de mis mañanas, esas en las que soy yo sola, en las que no comparto mi rutina con nadie, en las que me hundo en textos y escritos. Es interesante ver cómo los paisajes cambian de significado; nunca lo asocié, hasta este otoño, a eso, a otoño, a lluvia, a soledad. Todo ello constituían rupturas en otra cotidianeidad, sol, playa, juegos. Ahora se han reconvertido en centro, junto con el silencio, que rompo a través de la tecnología.
Todavía no se si me importa, creo que no porque me permiten centrarme, releer, releerme, reescribir, pensar, transcribir, crear. Creo que no porque tengo otros paisajes a los que huir de vez en cuando, paisajes en los que no soy sola, en los que siento una extraña sensación de confortabilidad. Creo que no porque al fin y al cabo es, en cierto modo, hogar. Pero a pesar de ello el vacío del paisaje tiende a anegarme, no consigo liberarme del miedo que me produce, que me produzco. El vacío del paisaje entra por las rendijas y reverbera por las paredes de la casa, por el desorden de la casa, por un caos que evidencia que aún no estoy, del todo, aquí.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
jueves, 4 de diciembre de 2008
lunes, 1 de diciembre de 2008
Disfrutar de la tregua que se me ofrece. No preguntar por qué, aferrarme a esta bandera blanca y anegarme en lo que construye: refugios para las noches heladas al lado del cantábrico, huidas conjuntas hacia los abismos. Reírme, destrozarme el cuerpo por la risa, vacío incoherente donde todo vuelve a empezar.
Larisaauténticoanalgésicoparalatristeza.larisaextenuantemedevuelvealavida.
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